Se quedaron mudas las cuerdas, dijo que solamente si la espátula de fuego le atravesaba, si podía conseguir que la sonrisa de un Abril desconocido floreciese en su alborada sería feliz.
La suave caricia de la mañana, el inagotable deseo de nada de lo que había sentido antes, suave verano en la coronilla de su mente y tierna mirada de desafío y miedo.
Se quedaron mudas las cuerdas, se agotó el pensar, no llegó el río a sus venas, no cantó el amigo de la infancia en su recuerdo.